Mis hermanas y hermanos,
Les pido que por un momento sean conscientes de su entorno. Es posible que estén leyendo esta carta en una oficina, o en un dispositivo móvil mientras esperan una cita, o en su silla favorita en un cómodo rincón de su hogar. Obviamente, las paredes que les rodean en este momento los protegen del calor, el viento y otros elementos de la naturaleza. ¿Se encuentran en una habitación con aire acondicionado? ¿Pueden mirar desde su ventana y disfrutar árboles, el cielo, el zacate y otras partes del paisaje? Grande o pequeño, glamoroso o desgastado, su espacio interior es un lugar protegido para la reflexión y, sin duda, un buen punto desde el cual poner las cosas en perspectiva.
¿Qué pasaría si todo esto desapareciera? ¿Qué pasaría si de repente todo a su alrededor sale volando y las paredes que les rodean se derrumban debido a las ráfagas fuertes de viento de un huracán? Esto sucedió cuando el huracán Harvey tocó tierra en la costa sur de Texas en agosto del 2017. Los árboles arrancados de raíz, las líneas eléctricas caídas y los edificios dañados fueron un recuerdo desgarrador de lo que dejó este huracán de categoría cuatro a su paso. La gente de Rockport, Fulton, Aransas Pass, Refugio y Port Aransas soportaron la peor parte de la tormenta, pero todos en nuestra diócesis se vieron gravemente afectados.
Una vez que se disipó la tormenta, nos enfrentamos a la abrumadora tarea de reconstruir. Esto involucró la reparación de daños estructurales a edificios en el área que incluían más de trescientas propiedades asociadas con la Diócesis de Corpus Christi. Aún así, como pueblo fiel de Dios estamos llamados a encontrar esperanza en situaciones como ésta y abrazar el proceso de reconstrucción y restauración. Como nos recuerda el Libro de Eclesiastés, “Hay un tiempo para todo”. Ahora es el momento de la esperanza. Ahora es el momento de reconstruir.
El huracán Harvey interrumpió y desarraigó la vida de muchos en nuestra área. Sin embargo, a su paso, ofreció el llamado y el desafío de reconstruir tanto física como espiritualmente. Debemos encontrar coraje en las palabras del profeta Isaías: “Levantarán las desolaciones anteriores; ellos repararán las ciudades arruinadas.” (Isaías 61:4).
Jesús nunca se cansa de ofrecernos la oportunidad de reconstruir nuestra relación con Él, por más que seamos arrastrados por las ráfagas del pecado. A través de la paciencia, la oración y la persistencia, el proceso de restauración trae sanidad y consuelo a aquellos afectados por circunstancias inesperadas. El espíritu de edificar y reconstruir nos sostiene en nuestra fe porque Jesús nos ama y siempre quiere fortalecer nuestra relación con Él. Nunca debemos perder de vista el hecho de que cuando nos encontramos lejos de Él y queremos regresar, Jesús siempre está listo para reconstruir nuestro vínculo y sanar nuestro quebrantamiento a través del perdón y la paz.
Las historia de reconstrucción y restauración que se presentan en este número pueden despertar recuerdos difíciles de esos días a finales del mes de agosto del año 2017. Sin embargo son de hecho, una oportunidad para que tengamos esperanza y demos gracias a Dios por la oportunidad de reconstruir permitiendo que Su gracia nos restaure de acuerdo con Su voluntad.
Que Dios te siga bendiciendo,
+Reverendísimo Michael Mulvey, STL, DD
Obispo de Corpus Christi