March 1, 2012
Conexión francés
El primer obispo de Texas, el francés Jean Marie Odin se le acredita con la reactivación de catolicismo en Texas. Viajó a su tierra para asegurar los servicios de muchas comunidades religiosas y cleros francés. Él trajo las Ursulines, las Hermanas de el Incarnate Word and Blessed Sacrament, Brothers of Mary, y los Oblates of Mary a la diócesis. Ellos trajeron su fe y valor, así como las habilidades y la dedicación que han sentaron las bases para las instituciones educativas y de salud que nos siguen sirviendo hoy en día: el Christus Spohn Health Care System, Incarnate Word Academy, St. Mary’s University son sólo algunos.
Stella Maris
Stella Maris, la pequeña capilla en Lamar, Texas, es un recuerdo de los franceses en Texas. James W. Byrne, un inmigrante que había luchado en la Revolución de Texas, fundó la comunidad y donó un terreno para la iglesia. Aunque nacido en Irlanda, se educó en Francia y se había casado con Harriet Odin, una sobrina del primer obispo de Texas, Jean Marie Odin. Es muy posible que el Obispo Odin celebró la misa en Stella Maris en una de sus visitas en la década de 1840s. Aunque no esta localizada en su ubicación original, todavía es una presencia de la profunda fe de los primeros colonos, que a pesar de sufrir muchas adversidades en la costa de Texas lograron construir una casa de oración. Hoy la capilla es el hogar de una parroquia próspera y se puede llegar por la autopista 35 de Rockport.
Oblatos-Caballería de Cristo
Los Oblatos franceses llegaron a la diócesis en 1849 y obtuvieron el título de "Caballería de Cristo", por que hacían la patrulla a caballo para servir a los ranchos y las comunidades rurales dispersas en todo el sur de Texas. Su trabajo se extendió a las áreas que ahora son los condados de Kenedy, Brooks, Jim Hogg, y Jim Wells. El campo de misión dura, le costo la vida a siete hombres del orden, dejando a su fundador a exclamar: "Cruel Misión de Texas". Ellos insistían en la fe y el esfuerzo, con el tiempo, testigo de un crecimiento dinámico y el desarrollo de los pueblos y parroquias que sirven en las zonas más remotas de la diócesis.
Fiebre Amarilla
Flagelo de la costa, la fiebre amarilla, golpeó a la gente de la piedad: las poblaciones diezmando, causando la muerte, y la destrucción de familias. En 1867, un brote de la enfermedad mató a un tercio de las personas en Corpus Christi incluidos muchos católicos. Sacerdotes que habían dado la extremaunción a las víctimas sucumbieron, y tambien padres jóvenes que dejaron muchos bebés y niños pequeños privados de sus padres y un hogar lleno de amor. La comunidad, fortalecida por la fe y guiada por las verdades del amor cristiano, se reunieron, al cuidado de sus enfermos, y adoptaron los muchos huérfanos. Los supervivientes de la epidemia fueron promovido por sus fe, esperanza y caridad, para asegurar un futuro mejor para ellos y su comunidad.