Estoy emocionado al pensar que nuestro empeño juntos, como el cuerpo de Cristo, nos traerá renovación espiritual como discípulos misioneros. Espero que las palabras que encuentre en esta carta nos desafíen a un encuentro sincero y transformador con Jesús en el sacramento de su cuerpo y sangre y en la comunidad de la Iglesia, que es su cuerpo.
¡Mientras celebramos la Epifanía, volvamos nuestros corazones a redescubrir a Jesús y al gran regalo que Él es para todos nosotros! Le animo una vez más a que pase tiempo leyendo las Sagradas Escrituras diariamente, esto ayudará a renovar nuestro compromiso de unirnos con y en Cristo. Que María, madre de la Iglesia, modelo perfecto de la Iglesia y primera discípula misionera, nos muestre el camino para renovar nuestra fe y encender nuestros corazones con amor por su hijo.