Romero hizo una segunda presentación sobre el tema de como vivir un buen matrimonio católico.
Luisa Scolari para el South Texas Catholic
Dentro del círculo de Conferencias Ministeriales ofrecidas por la Diócesis de Corpus Christi en enero, el señor Jesse Romero presento una disertación en español en titulada, "Los cuatro pilares del matrimonio católico." Romero dijo que los cuatro pilares son, ser libre, fiel, fecundo y permanente.
Estos cuatro pilares funcionan como las patas de una mesa, necesitan estar firmes y niveladas para que funcionen correctamente y no pueden faltar una porque se derrumba.
El matrimonio católico es libre porque los dos cónyuges deciden libremente solicitarlo sin que nadie los obligue.
El matrimonio católico exige fidelidad, ya que es la unión exclusiva entre dos personas, y excluye cualquier relación íntima con otra persona. Romero advirtió a los presente de el daño que actualmente está provocando la pornografía en el matrimonio, mencionando que las estadísticas marcan que un 60 porciento de los hombres en este país están adictos a la pornografía.
Esto ha provocado tanto daño en los matrimonios pues es la causa más común de la infidelidad, ya que deriva en otras acciones. Los medios de comunicación exaltan muchas tentaciones a los sentidos. Parejas deben tener mucho cuidado en los programas y películas que la pareja y los hijos ven. Pues sutilmente van creando ideas y “valores” en el observador. El sentido que el demonio ataca más fuerte son los ojos. Romero le recuerdo a los participantes la hipérbola en donde Jesús dice, “Si tus ojos son motivo de pecado, sácatelos.” Lo que Jesús nos está diciendo es ten cuidado con lo que dejas entrar por tus ojos.
El tercer pilar, fecundo, indica la procreación y educación de los hijos. El Catecismo de la Iglesia Católica dice, “La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual (# 2221).” Esto implica la responsabilidad moral que tienen los padres católicos de entregar a la sociedad unos buenos hijos con valores católicos.
Por su índole natural, la institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados por sí mismos a la procreación. La exclusión intencional de los hijos contradice la verdadera naturaleza y propósito del matrimonio, Romero dijo. En éste punto el señor Romero comento que los matrimonios jóvenes no quieren compromisos ni responsabilidades, anteponiendo su bienestar físico y económico. La mujer no quiere perder la “belleza” de su cuerpo, y el hombre por su parte no quiere “gastarse” el dinero que tanto le ha costado en pañales, médicos, ropa y alimentos en niños. Proponen que “necesitan” un mejor auto, una casa mas amplia, se “merecen” unas buenas vacaciones y así, van anteponiendo “sus necesidades” antes que sacrificar nada por un hijo.
Emociones pasajeras o inclinaciones eróticas, que se desaparecen rápidamente, no son lo que hace el matrimonio católico.
El matrimonio católico es permanente porque está unido por Dios con un lazo de amor que no puede ser roto. El Catecismo claramente nos dice, que “La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (2364).”
“Lo que Dios unió, no lo separe el hombre (Marcos 10,9).”