ORLANDO, Florida (CNS) ?- El cardenal de Boston, Sean P. O'Malley, estimuló a todos los Caballeros de Colón presentes en una convención a convertirse en agentes de cambio en el mundo y a "unir los puntos", o establecer la relación, entre Cristo y los que sufren.
El cardenal fue uno de varios obispos que asistieron a la Convención Suprema 132o que se llevó a cabo en Orlando y que habló acerca de la necesidad de despertar una mayor compasión por la ola de menores inmigrantes que han venido llegando a los Estados Unidos en meses recientes y que vienen, muchos de ellos, sin tutela de una persona adulta.
"Al llegar a nuestro país en los últimos diez meses, 60,000 menores de edad han dejado atrás la violencia reinante en su país de origen y han puesto su vida en alto riesgo en su afán de cruzar la frontera de los Estados Unidos. Muchos de esos menores de edad provienen de El Salvador", dijo el cardenal O'Malley el 6 de agosto, haciendo notar que el país de El Salvador es la única nación de la tierra que lleva su nombre debido a Cristo salvador.
"Un grupo de obispos se dirigió a la frontera en la zona de Nogales, Arizona, para rezar por todos esos menores y por las personas que han perecido en el desierto. Celebraron también la Eucaristía con esa intención en esa frontera", dijo el cardenal O'Malley, refiriéndose a la Misa que se celebró en ese lugar el 1o de abril, durante la cual los presentes recordaron a los 6,000 o más inmigrantes que han muerto en el desierto de los Estados Unidos desde 1998.
"Quedamos sorprendidos con la respuesta", dijo. "Creo que la mayoría de los católicos comprendió nuestro mensaje, que fue el que había dado el papa Francisco, cuyo primer viaje, en calidad de papa, fue a Lampedusa, Italia, en donde miles de emigrantes han perecido en su intento por llegar a Europa".
El papa Francisco nos advierte acerca de "la globalización de la indiferencia", hizo notar el cardenal O'Malley, añadiendo: "No podemos mostrarnos indiferentes a las heridas de Cristo que se manifiestan de tantas formas en la humanidad doliente".
En una entrevista el mismo día, el obispo Plácido Rodríguez de Lubbock, Texas, quien es originalmente inmigrante crecido en Chicago, le dijo al Catholic News Service que él cree que la situación revela un endurecimiento angustiante del espíritu y la generosidad de los estadounidenses.
"La crisis de la frontera, en la que se ven involucradas mujeres, madres e hijos, es un buen recordatorio para todos nosotros de que hemos perdido nuestra alma compasiva como estadounidenses; pero también nos da la oportunidad de volver a tomar conciencia y renovar la compasión del corazón y de interpretar toda esta problemática como una oportunidad para nosotros, como estadounidenses, de tener compasión y comprensión", dijo el obispo Rodríguez.
"Yo también soy inmigrante y así tuve que aprender la lengua y la cultura (de los Estados Unidos) y por eso estoy también interesado en este asunto de inmigración", añadió el prelado, que llevaba puesto un sombrero texano de vaquero, adelantándose a la cena anual de los Estados, la primera noche de la convención. La convención se llevó a cabo del 5 al 7 de agosto.
Esta crisis ha tomado un cariz tan político que les es difícil a los estadounidenses hablar de ella o pensar sobre ella de forma racional, dijo, pero esto también representa un momento de gracia para que los estadounidenses vuelvan a sentar pie como una nación de personas compasivas.
"Al mismo tiempo buscamos con esfuerzo lo mejor para tratar de aliviar la pena y sufrimiento de todas esas familias; y, por lo menos en Texas, hemos activado todas las Caridades Católicas e Iglesias para que se responda a la crisis", dijo el obispo Rodríguez. "Algunas personas han hecho colectas especiales y otras han encontrado muchas otras maneras para dar una bienvenida a todas esas personas carentes de fortuna".