La primera lección comienza con la celebración de la misa en inglés, donde niños y jóvenes aprenden a participar e interactuar con su sacerdote, siempre coordinados por el catequista a cargo. Hay un orden establecido donde las bancas más cercanas al altar se llenan primero con los más pequeños y después siguen los mayores, mientras que los padres llenan las bancas traseras.
Después de la celebración eucarística, los feligreses se reúnen en el salón parroquial para recibir el desayuno. Al mismo tiempo, estudiantes de otras áreas, en su mayoría de habla hispana acuden ansiosos a reunirse con sus maestras y compañeros de acuerdo a su grupo de edad.
Nuestra Señora del Pilar ofrece clases en inglés y español. Esperanza Dávila, educadora de profesión, es la coordinadora de catequesis en español, mientras que Yolanda Moreno es la coordinadora de las clases en inglés.
Dávila comenzó a enseñar catecismo en Nuestra Señora del Pilar hace 25 años. Ella vio la necesidad de clases de catecismo en español porque muchas de las familias que asistían a misa no hablaban inglés y tenían muchos niños en edad de recibir los sacramentos. Entonces, habló con Mons. Marcos Martínez, (quien era el párroco) y le sugirió las clases de catecismo en español, El Padre le dijo que no tenía maestras que lo enseñaran y ella se ofreció para hacerlo. Comenzó con siete estudiantes, y el numero ha crecido hasta tener a su cargo, 140 estudiantes. “Me siento honrada, bendecida y agradecida al Señor, por poder trabajar con niños y enseñar la fe católica”, dijo Dávila.
Desde que tiene recuerdo, Dávila ha querido enseñar catecismo. Recuerda que su madre era coordinadora de clases de catecismo en Cúspala, un pequeño pueblo donde creció en Jalisco, México. Desde niña, le gustaba servir, ayudar a los pequeños y a los ancianos.
Bueno, dicen que el maestro más importante está en el hogar y para Dávila eso es cierto. Su mayor inspiración es su familia. “Éramos 16 hermanos, todos tenemos mucha fe en Dios y, de una u otra forma, estamos involucrados en los ministerios de la iglesia. La más joven de ellas, es una hermana religiosa. Es de ella de quien todos aprendemos mucho”, dijo.
En estos días le preocupan los adolescentes y los jóvenes que son rebeldes y buscan pertenecer a algo, muchas veces quieren formar parte de pandillas, “no porque sean malos, sino porque no han sido educados en el amor de Dios”. “Es muy importante hablar con los jóvenes e instruirlos en la religión y en los valores morales; para guiarlos en su forma de pensar y de conducirse en la vida”, dijo.
Como coordinadora, ella trabaja en las clases de confirmación porque siente que son los jóvenes quienes necesitan más orientación. “Les hablo mucho, no solo sobre los sacramentos y los mandamientos, sino también sobre otros temas y peligros que hay en el mundo”, dijo. Su experiencia como educadora en escuelas públicas donde trabajó por muchos años le hizo notar que hay una gran ausencia de Dios y de valores humanos.
Para Dávila, infundir las enseñanzas del catecismo en la infancia es esencial, guiarlos paso a paso a través de los sacramentos y mandamientos es darles herramientas para un camino de mayor felicidad. A veces, es difícil para los padres hacerles comprender, la importancia del catecismo, especialmente, cuando los niños son mayores, pero ella les dice que hay que hacerles entender, que así como se preparan para la vida de este mundo terrenal, van a la escuela y estudian una carrera o un oficio, del mismo modo tenemos que prepararnos para la eternidad que tendremos con nuestro Señor.
El programa que siguen ambas coordinadoras es muy similar, usan algunos libros y materiales didácticos, pero su principal fuente de conocimiento es la Biblia. Las lecturas y el Evangelio, de la misa de cada domingo, se entrelazan con las enseñanzas de las clases, de acuerdo a su grupo de edad y nivel educativo.
Moreno, coordinadora de la catequesis en inglés, está a cargo de ocho aulas de estudiantes, desde los cuatro años hasta la adolescencia.
Moreno dice que ella comenzó a enseñar catecismo, motivada por una homilía de Mons. Martínez que invitó a los padres de familia, a inscribir a sus hijos en clases de catecismo y también a participar activamente en su enseñanza, ya que se necesitaban voluntarios en la iglesia. Ella recuerda que registró a su hija mayor en clases para la primera comunión, cuando su hija tenía siete años; ahora tiene 24 años y dice con orgullo, “desde entonces, no he fallado ningún domingo”. Para ella, la experiencia de compartir su conocimiento de la fe católica fue una señal de Dios que le dio propósito a su vida.
Al principio empezó a enseñar lo que había aprendido de niña y poco a poco se fue superando y creciendo en la Fe.
En la actualidad siguen el mismo programa en inglés y español. Durante la semana, preparan el material que usarán el domingo, enfocándose en el Evangelio y en las estaciones litúrgicas, como la Cuaresma, el Adviento o por ejemplo en la Fiesta de todos los Santos y el Día de Gracias.
Para sorpresa de Moreno, Mons. Martínez le ofreció el puesto de coordinadora hace diez años, lo cual ella aceptó agradecida. “Desde que comencé a enseñar sobre Dios, encontré un propósito en mi vida, es lo que me hace más feliz. Me llena de amor “.
La familia de Moreno ha sido su inspiración; las enseñanzas de sus padres y la ayuda de sus hermanas, han jugado un papel importante para que ella haya continuado educando a sus hijas de la misma manera, las dos, han crecido en la comunidad parroquial y han servido como monaguillos por muchos años. Tiene la esperanza, que la cadena de fe y amor por Dios continúe a través de muchas generaciones.
Para la celebración de la fiesta de todos los Santos, las catequistas, han preparado a los niños y a los padres de familia, para que cada niño que quiera participar elija a un santo con el cual sienta confianza o devoción. Los padres apoyan a sus hijos en el aprendizaje de la vida del santo al igual que los maestros. La parroquia proporciona la ropa que los niños vestirán en la presentación. Es así, a través de estas pequeñas acciones, que se inicia un dialogo entre todos los niveles de edad y todos aprendemos sobre los santos.
“Creo que este programa ha sido exitoso por los resultados, porque muchos de los niños que terminan su preparación, regresan y se convierten en catequistas”, dijo Moreno.
Eso mismo, es una realidad para Dávila, quien también tiene catequistas que fueron sus estudiantes anteriormente. Para ambas coordinadoras, como para su equipo de catequistas, la semilla más importante que pueden plantar en cada estudiante es la fe y el aprendizaje sobre la vida de Jesús. Así ha sido en su propia vida y en la de sus familias. Ellas dicen que lo que estimula el crecimiento en la fe, es el apoyo y el entusiasmo de los niños y de la comunidad porque todos se involucran. Todos se quieren y se conocen, es como el amor de una gran familia.
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