Inmediatamente después de su bautismo por Juan, Jesús se retiró al desierto por cuarenta días. Ese tiempo que pasó en un entorno árido y estéril, presentó desafíos tanto espirituales como físicos. Pero a pesar de esas condiciones difíciles, y del intento del diablo por hacerlo pecar, la experiencia lo preparó para entregar su famoso Sermón de la Montaña.
Para el seminarista, Luis Lozano, Jr., una experiencia reciente en Colorado lo llevó a establecer paralelismos entre los cuarenta días de Jesús y su excursión por terrenos y senderos rocosos que a menudo se tornaban casi imposibles de escalar. A pesar de ello, Lozano aprovechó esta oportunidad única para la reflexión profunda y la oración contemplativa que lo llevo a descubrir una nueva claridad, ese tiempo en el curso del sendero no estuvo exento de un número considerable de curvas cargadas de rocas y giros inesperados.
“Trinity COR (Catholic Outdoor Renewal) en sociedad con Wyoming Catholic College, llevan a cabo, estos retiros al aire libre para ofrecer a los seminaristas como yo, la oportunidad de enfrentar los desafíos de la naturaleza que también brindan la ocasión para el crecimiento espiritual”, dijo Lozano.
Otros seis seminaristas de Texas y Oklahoma se unieron a él en el camino, así como el Padre Nick Sánchez de Houston. El padre Sánchez celebró misa todos los días y sirvió como guia para los jóvenes, ya que conectaban las demandas físicas de escalar, con el crecimiento espiritual de sus vocaciones inminentes. Lozano dice que resultó ser tan gratificante como desafiante.
Si bien Lozano está agradecido por la renovación espiritual y la perspectiva pacífica que obtuvo al aire libre y energético de Colorado, también reconoce cómo los desafíos físicos del retiro ofrecieron oportunidades para el discernimiento. Los frecuentes cambios dramáticos en la elevación resultaron ser cambios drásticos en temperaturas, que incluso dificultaron la respiración. Además, escalar por senderos cubiertos de rocas de todas formas y tamaños, subrayó, fue experimentar los desafíos físicos del viaje, como una representación clara de sus propios desafíos espirituales.
“Se trataba de permanecer persistente frente a lo que se avecinaba”, reflexionó Lozano. “A pesar de sentirme sin aliento con cada paso, pude descubrir una alegría y paz interior que me motivaron y me dieron la fuerza para continuar”.
Lozano, quien es oriundo de Laredo y creció en una familia católica tradicional, dice que su llamado al sacerdocio fue un complejo laberinto de actividades académicas que lo llevaron eventualmente a un avance espiritual. Se sintió atraído por el sacerdocio a los 18 años, pero prefirió obtener un título en biomedicina de la Universidad Texas A&M - Kingsville. Después de mucha oración y reflexión, Lozano ingresó al seminario a los 22 años. Él dice que incluso mientras estaba estudiando para obtener su título, seguía orando para decidir, qué camino elegir. Es por eso por lo que siente que los desafíos físicos que encontró en el camino en Colorado son las representaciones físicas de sus espirituales.
“La riqueza de la experiencia fue mayor para mí porque al final de cada día, todos hablamos sobre lo que estábamos pasando alrededor de la fogata”, dijo Lozano. “A pesar de todo, comencé a darme cuenta de cómo estábamos construyendo confianza al darnos cuenta de que Jesús está con nosotros, llevamos nuestro trabajo a nuestra oración y nuestra oración a nuestro trabajo”.
Lozano regresó de su viaje por el desierto con una mayor conciencia del reino espiritual de su vida mientras continúa navegando por un camino seguro pero a veces rocoso en su viaje al sacerdocio.
“En última instancia, mi futuro no se trata de lo que quiero hacer”, revela Lozano. “Se trata de lo que Dios quiere para mí”.