Vivimos en una sociedad afligida por la falta de unidad, dando por resultado un incremento de tensiones y rupturas en las relaciones humanas, a todos niveles. Esto provoca comunicaciones distorsionadas o rotas, en donde se supone, las relaciones deberían ser las más solidas como la familia. Nuestro mundo se está volviendo cada vez más “frágil”. El abuso, ha afectado muchas áreas de nuestra sociedad; a nivel familiar, escolar, laboral, y sí, incluso a nivel eclesial.
En este momento de crisis, es importante buscar modelos que ejemplifiquen los valores y la moral que necesitamos. Por eso es apropiado que acudamos a San José, que es el patrón de la Iglesia Universal.
Durante su homilía inaugural como cabeza de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, habló de San José de una manera muy conmovedora. Sus palabras pueden ser guía para nosotros y para todas las personas de buena voluntad para encontrar la manera de vivir, como lo hizo San José.
“En el Evangelio de San Mateo, escuchamos que ‘José hizo lo que el ángel del Señor le mandó y tomó a María como su esposa’ (Mt. 1:24). Estas palabras señalan la misión que Dios le encomendó a José: el de ser el protector y guardián. ¿El protector de quien? de María y de Jesús; Pero esta misión protectora de San José se extiende a toda la Iglesia. ¿Cómo ejerce José su papel de protector? Lo ejerce de manera discreta, humilde y calladamente, pero con una presencia inquebrantable y una fidelidad absoluta, incluso cuando le resulta difícil de entender. Desde el momento de su compromiso con María hasta el hallazgo de Jesús de doce años en el Templo de Jerusalén, él está allí, presente en todo momento, con amoroso cuidado. Como esposo de María, se encuentra siempre a su lado, en los buenos y en los malos momentos; durante el difícil viaje a Belén para cumplir con el censo, hasta las horas de ansiedad y alegría que precedieron al nacimiento del niño Jesús. Más tarde, el drama de la huida a Egipto y posteriormente, durante la frenética búsqueda de su hijo, hallado en el Templo. Después en la vida cotidiana de su hogar en Nazareth, trabajando en el taller donde le enseñó su oficio a Jesús.
“¿Cómo responde José al llamado de ser el protector de María, de Jesús y de la Iglesia? Al estar constantemente atento a Dios, dispuesto a percibir las señales de la presencia de Dios, receptivo a los planes de Dios, y no simplemente a los suyos... José es un ‘protector’ porque él puede escuchar la voz de Dios y ser guiado por Su voluntad; por esta razón, él es totalmente sensible para custodiar a las personas que están a su cargo. San José puede ver las cosas de manera realista, porque está en contacto con todo lo que le rodea, es por eso, que puede tomar decisiones verdaderamente sabias. En él, queridos amigos, aprendemos a cómo responder a la llamada de Dios, de manera fácil y voluntaria, pero también, en su ejemplo vemos el núcleo de la vocación cristiana, ¡que es Cristo! ¡Permítanos proteger a Cristo en nuestras vidas para que podamos proteger a otros y en suma, para que podamos proteger a la creación!” (La oración del Papa Francisco, en la Homilía inaugural del 19 de marzo de 2013).