![]() |
El Papa Francisco responde a preguntas de periodistas. Paul Haring /CNS foto |
“No hay lugar en el ministerio eclesiástico para los que cometen estos abusos y yo me comprometo a no tolerar el daño hecho a un menor de edad por cualquier persona, sea clérigo o no”, y responsabilizar a todos los obispos de proteger a los jóvenes, dijo el papa durante una Misa especial de madrugada para seis supervivientes de abusos por clérigos. La Misa y las reuniones privadas con cada individuo se llevaron a cabo en la Domus Sanctae Marthae, pensión del Vaticano donde vive el papa y donde los supervivientes también se alojaron.
En una homilía en español pronunciada el 7 de julio, el papa agradeció a los tres hombres y a las tres mujeres, dos cada uno de Irlanda, de gran Bretaña y Alemania, por venir al Vaticano para reunirse con él. El Vaticano proveyó traducciones de la homilía improvisada.
El papa elogió la valentía de ellos al hablar sobre su abuso, diciendo que decir la verdad “fue un servicio de amor, ya que para nosotros arrojó luz sobre una terrible oscuridad en la vida de la iglesia”.
El papa dijo que el escándalo del abuso le causa “profundo dolor y sufrimiento. Tanto tiempo escondido, camuflado con una complicidad que no puede explicarse”.
Él llamó el abuso sexual “un crimen y un pecado grave”, que se hace aun peor cuando es cometido por clérigos.
“Esto es lo que me causa aflicción y dolor por el hecho de que algunos sacerdotes y obispos, al abusar sexualmente de menores de edad” violaron la inocencia de los niños y su propia vocación a Dios, él dijo.
“Es algo más que acciones despreciables. Es como un culto sacrílego porque estos niños y niñas habían sido confiados al carisma sacerdotal para poder ser llevados a Dios. Y esas personas los sacrificaron al ídolo de la concupiscencia”, dijo el papa.
Él suplicó perdón “por los pecados de omisión por parte de los líderes eclesiásticos que no respondieron adecuadamente a los informes de abuso”, añadiendo que la negligencia no solamente le causó a las víctimas más sufrimiento, sino que también “puso en peligro a otros menores de edad que estaban en riesgo.
El papa pidió a Dios “la gracia de llorar, la gracia de que la iglesia llore y haga reparaciones a sus hijos e hijas que han traicionado su misión, que abusaron de personas inocentes” y dejaron cicatrices para toda la vida.