Octubre es el mes del respeto a la vida. Contemplemos cuán preciosa es la vida durante este mes. La vida es un regalo de Dios que debe ser respetado, protegido y valorado desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. La vida es siempre sagrada; sin embargo, la vida de un niño es especialmente sagrada debido a lo indefenso que es el niño. Vemos claramente en los Evangelios, el lugar que Jesús le da a los niños.
Los niños eran muy importantes para Jesús. A lo largo de su vida, hay momentos en que Jesús les llama la atención a sus discípulos para darles su lugar a los niños. Una vez en particular, reprendió a sus discípulos por apartar de su lado a los niños que se reunieron a su alrededor. “Dejad que los niños vengan a mí” (Mc10: 13-16) es una de las advertencias más fuertes que Jesús hace a sus discípulos; y continuó diciendo: “... no les obstaculicen el paso, porque de ellos es el Reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y los tomó en sus brazos y los bendijo ” (Mc10:13-16).
¿Cómo debe haber sido para esos niños ser acogidos de esa manera por Jesús, haber sido abrazados y bendecidos por El? Seguramente, deben haber sentido el inmenso amor de un Dios que es amor.
El evangelista Mateo señala otro momento importante cuando los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Quién es el más grande en el reino de los cielos?”. Para responderles, Jesús llama a un niño cerca de él, coloca al niño frente a la multitud reunida y les dice: “En verdad, os digo que, a menos que se vuelvan y se conviertan en niños, nunca entrarán al reino de los cielos. Aquel que es humilde como un niño es el más grande en el reino de los cielos. Quien reciba a uno de esos niños en mi nombre me recibirá a mí ” (Mt 18: 3-5).
Estas son palabras poderosas si las tomamos en serio: ¡darle la bienvenida a un niño es darle la bienvenida a Jesús! Y, dar la bienvenida a Jesús es dar la bienvenida al Padre y al Espíritu Santo porque nuestro Dios es un Dios trinitario.
Jesús elevó el lugar de los niños en la sociedad judía con las declaraciones hechas en el Evangelio de Mateo. Estos pasajes del Evangelio deberían indicarnos a cada uno de nosotros y a nuestra sociedad la posición a la que los niños deben ser elevados, especialmente los más indefensos. Deben ser bienvenidos, amados y protegidos.
¿Podemos imaginar cómo estos niños se conectaron con Jesús, sabiendo que para El, ellos eran los más importantes? Resolvamos juntos que a partir de este mes, designado como el Mes del Respeto a la Vida, miremos a cada niño que encontremos a nuestro paso; ya sea en casa, o en el hospital, en la escuela, o en el supermercado, en el avión o en el campo, o simplemente en la calle; los veamos como Jesús los vio, con un amor infinito. Decidamos ayudarlos y protegerlos del sufrimiento, hagamos todo cuanto es posible para ayudarlos a sentirse seguros y valorados.
No hay nada más conmovedor que ver lágrimas en los ojos de un niño. Solo necesitamos mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta que el divorcio, la falta de vivienda, el hambre y la pobreza, la separación forzada, la enfermedad y las pérdidas afectan a los niños de tal manera, que pueden permanecer con ellos hasta la edad adulta.
Imprimamos en nuestro corazón, mente y alma que cada vez que damos la bienvenida y amamos a uno de estos niños, damos la bienvenida y amamos a Jesús y en él al Padre y al Espíritu Santo. Si llegamos a ser como niños pequeños, obedientes y dependientes del Padre, entraremos en el Reino de Dios.