Hijos son la mayor logro de madre de nueve

María Consuelo Martínez, una madre católica como cualquier otra se encuentra haciendo su mejor esfuerzo por hacerlo bien. “Para poder lograr esta importante y ardua tarea es importante saber que no estamos solas y debemos pedir y aceptar la guía y fortaleza que el Espíritu Santo nos da,” la señora Martínez dijo.

Sobre todo, ella dijo, lo más importante es tener siempre a Dios como eje y pilar en la vida y en la familia. Católicos tienen la obligación de compartir su manera de vivir. Cuando la fe es firme, es la raíz en donde está la gracia de Dios.

Los hijos de pequeños no entienden pero aprenden de como asumen la responsabilidad los padres. Es por eso que debemos vivir mostrándoles la bendición que es permanecer unidos como familia y enseñarles la dignidad que existe al ser honrados y responsables, Martínez dijo. Enseñar a sus hijos la diferencia entre el bien y el mal es un compromiso que se lleva tiempo. Corregirlos no quiere decir que no los amas. Hay que enseñarles la diferencia entre lo bueno y lo malo para que ellos lleguen a crecer en su espíritu y en su mente.

“No puedo decir que siempre fue fácil pero fue bueno” dijo Martínez, quien se casó muy joven con Roosevelt Martínez y se vinieron a vivir a Corpus Christi. Su marido falleció hace dos años. Ella era de Alice y el de Cruz Calle en el condado de Duval. Empezaron su vida matrimonial rentando un pequeño apartamento cerca de la iglesia Sagrado Corazón en Comanche y de ahí se cambiaron a una pequeña casa en Gollihar donde comenzaron la familia.

Consuelo Martínez rodeada por su familia de nueve hijos y su esposo Roosevelt Martínez. Foto contribuido

“Cuando mis hijos eran pequeños, me acostumbraba llevarlos a que ayudaran al ejército de salvación y así pudieran contar las bendiciones que tenían,” Martínez dijo. “Y mi esposo los llevaba a la labor de la sandía y el melón para que conocieran como había crecido él y enseñarles como en lo más sencillo se encuentra la esencia de la alegría y la bendición de vivir.”

En 1964 ella vivió su cursillo y dijo que fue la bendición más grande para ella y para su esposo. Estaban muy joven y ya con cinco hijos.

“Quién iba a pensar que yo iba a tener la paciencia, el compromiso y la responsabilidad de querer ser buena esposa y buena madre, ya que por ser hija única, solo tengo un hermano, tenía un temperamento muy fuerte,” señora Martínez dijo. “Pero por el cariño, paciencia y personalidad de mi esposo y ver como jugaba con los niños, pues me comencé a bajar del caballo. En el movimiento de Cursillos, el Señor Jesús fue el único que me pudo quitar el temperamento.”

Aprendió mucho en el Cursillo y también en el ACTS porque dan la fuerza que viene de Dios y el entendimiento del valor de la gracia para poder formar un hogar y desarrollar el valor de la fe en los hijos. Cuando los padres llevan a los hijos en un ambiente donde se ayuda a los pobres, en donde se sirve, aprenden a ser líderes y a humillarse cuando las cosas no trabajan bien.

“Eso se va empapando en ellos y los padres tienen que estar mostrando siempre que sí se puede esa manera de vivir, estando siempre conectado con Dios. Sin Dios nada, con Dios todo,” ella dijo. “Por eso mi mama siempre decía ‘primero Dios’. Los matrimonios jóvenes deben de estar muy consientes que la manera de vivir en ese hogar tiene que ser vivida y no solo dar los sermones y regaños. Los hijos deben de ver que los padres están siempre esforzándose y que se aman, y que en los momentos en los que no están de acuerdo entra la fe, el perdón y la compresión.”

María Consuelo Martínez está muy orgullosa de sus nueve hijos, todos son graduados de la universidad, incluyendo dos que dio a la Iglesia; en la parte superior izquierda, el Padre Frank Martínez, párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y Padre Pedro Martínez, pastor en San Pablo el Apóstol. Luisa Scolari por South Texas Catholic, Mary Cottingham, South Texas Catholic y Foto contribuido

La familia creció hasta nueve hijos. “Con tantos hijos siempre permanecíamos involucrados con el CCD, ya sea preparando para bautizos, catecismo, primeras comuniones o confirmaciones, porque me interesaba que mis hijos estuvieran bien preparados y entendieran muy bien que eran los sacramentos y la doctrina,” la señora Martínez dijo. “Les enseñaba que no solo se trata de comprender y entender sino vivirlo.”
Los consejos dieron buena fruta.

Su mayor orgullo, la señora Martínez dijo, son sus hijos y su familia. Todos, menos dos, graduaron a la Universidad de Tejas en Austin. Y esos dos fueron al seminario y hoy son sacerdotes. Bobby, el mayor de la familia, estudió comunicaciones y sirvió en la marina. María del Rosario graduó de trabajadora social y tiene cinco hijos y nueve nietos. Cynthia Margot se recibió de administradora de empresas y ahora es directora regional de State Farm. Joanna gradúo como consejera y finanzas y trabaja en el hospital militar ayudando a los soldados y a sus familias a restablecerse cuando regresan.

Nelda estudió ciencias políticas y actualmente es la alcalde de la ciudad de Corpus Christi. Luego viene Francisco Javier, quien asistió al seminario en Corpus Christi y se graduó en St. Mary’s en Houston y es el párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. María Magdalena estudió para consejera y después hizo su maestría en consejería educacional y su doctorado en Albuquerque, Nuevo México y es la directora de los programas de ayuda a los estudiantes para que terminen el colegio. Pedro Gregorio también estudió en St. Mary’s en Houston y actualmente es el Párroco de San Pablo Apóstol en Flour Bluff. La última Consuelo Ileana tiene créditos en periodismo, artes plásticas, maestra de inglés y drama, y trabaja en ciencias computacionales.

“Todos ellos son mi mayor logro,” dijo la señora Martínez.