Servicio litúrgico en tinieblas que hace una remembranza de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los acontecimientos que fueron sucediendo, desde la noche en que fue traicionado hasta el momento en que fue enterrado. “…una tiniebla se hizo sobre toda la tierra desde las doce hasta las tres de la tarde, eclipsándose el sol; y el velo del templo se rasgó por el medio. Jesús clamó con potente voz: Y dicho esto expiró.” (Lucas 23, 44 -46).
La palabra Tenebrae procede del latín y significa obscuridad, sombras o tinieblas, y es el nombre que se le ha dado a este servicio religioso cuyo origen proviene de los primeros siglos y los antiguos monas- tercios medievales convirtiéndose en una práctica común, que se llevaba a cabo cualquiera de las tres noches que anticipaban la Resurrección del Señor, durante la Semana Santa.
En Corpus Christi, la parroquia de “Most Precious Blood” llevó a cabo el servicio Tenebrae, o entre tinieblas, el pasado Viernes Santo. La Iglesia vestía de luto; las imágenes estaban cubiertas con mantos negros, el altar sin manteles y sin flores; algunos de los celebrantes también llevaban vestiduras en negro, mas no, el Padre Joseph López quien presidio la Liturgia, él llevaba vestiduras moradas, que reflejaban el espíritu de la Cuaresma.
Fue una experiencia profunda y conmovedora de oración, canto, y meditación en la que quince velas en el Tenebrario o candelabro van extinguiendo su llama una a una después de cada lectura, canto y reflexión, sobre los eventos del Sagrado Triduum. Las velas representan a Cristo, a los Apóstoles (excluyendo a Judas Iscariote) y a las tres Marías, (como las primeras disípalas que acudieron a la tumba de Jesús).
“Cada vela que apagaba me hacía pensar en cómo Jesús se fue sintiendo abandonado desde el huerto de Gethsemane hasta su entierro. Me conmueve recordar lo que Cristo sufrió en sus horas más obscuras” Dijo el Diacono Mark Cazalas quien atendió el Servicio Litúrgico por primera vez y contó que había aprendido del Padre Joseph, que era un servicio practicado durante Semana Santa en el Seminario. Como el oficio tiene una tradición histórica de tiempos monásticos medievales, el Diacono Mark dijo que se sintió en comunión con el misticismo de los monjes y la gente de esa época que en las noches vivía bajo la penumbra de las velas, porque no existía la electricidad.
Otros miembros de la parroquia participaron en las lecturas de Salmos y Evangelios, la reflexión estuvo a cargo del Padre R. J. Regalado quien habló sobre el significado de la traición, las falsas acusaciones, y todo lo que Cristo sufrió en un paralelismo a la vida de cualquier ser humano que vive traiciones y situaciones complejas o vánales de la vida. La diferencia es que Jesús nos enseña, que hasta en los momentos más vulnerables, transido de dolor, Él pensó en los demás: <“Padre perdónalos que no saben lo que hacen.”> (Lucas -23, 34) El Servicio litúrgico se inicia, a la luz de las velas, con una oración de apertura; que es un acto de contrición por haber ofendido a Dios y se reza el Salmo 51 (Miserere) “Ten compasión de mí, oh Dios, en la medida de tu misericordia; según la grandeza de tus bondades, borra mis ofensas. Lávame a fondo de mi culpa, límpiame de mi pecado. Y continúa hasta el final del Salmo. Después se siguen siete lecturas de los Evangelios que narran: La Traición de Judas Iscariote, La Agonía y Arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní, La Negación de Pedro, La Acusación del Sanedrín ante Pilatos, Las Burlas del pueblo y la Crucifixión, La Muerte de Jesús en la Cruz y El Entierro. A cada lectura le seguían oraciones y cantos de alabanza, (Matines y Laudes) acompañados de música sacra preparada especialmente para este ritual por el coro y la dirección de Marty Wind.
Al finalizar la oración de despedida se llevó a cabo un ruido sórdido, tradicional en la liturgia de Tenebrae, para simbolizar la convulsión de la naturaleza que le sigue a la muerte de Jesús, y el rodar de la piedra que cerraba su tumba. En esos momentos la Iglesia está totalmente a obscuras y la quinceava vela escondida detrás del altar que representa a Cristo, sale al centro, de manos del Padre Joseph; simbolizando a Cristo la Luz del mundo.
Durante la liturgia muchos feligreses parecían vivir un duelo como en un funeral. Se acompañaban con cariño sentados en las bancas, leyendo los libritos que la iglesia proveyó para seguir el rito. -“En los funerales vestimos de negro, es una forma de llevar el luto. De alguna manera, esta Liturgia te prepara para el funeral de Jesús. Cuanta soledad de Cristo. Nunca había vivido algo así.” Dijo el Diacono Mark Cazalas.
Expresando respeto y reverencia, bajo una Iglesia en obscuridad la gente salió en silencio.