Su fe y confianza en Dios ha fortalecido su matrimonio, su vida familiar y su vocación de servicio a la iglesia, pues ven a la Iglesia Católica, como el hogar que Dios les ha dado en la tierra, y como a su propia casa, deben protegerla y cuidarla lo mismo que a sus miembros, desde los más pequeños hasta los mayores, para lograr esa unidad y calor de hogar en donde todos puedan sentirse queridos y apreciados. |